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El pulso de EE UU y su reflejo en Wall Street: los riesgos tras el espejismo alcista de Trump

La economía del país está firme pero con algunos signos de debilidad, mientras los inversores se muestran más escépticos con el rally del S&P 500. Las políticas de la Casa Blanca inclinarán la balanza hacia más crecimiento o más desaceleración

Donald Trump gesticula tras una pregunta durante una entrevista con Reuters en el Despacho Oval de la Casa Blanca.
Nuria Salobral

Donald Trump lleva poco más de un mes presidiendo Estados Unidos y pocas cosas son ya como se esperaban a principios del noviembre pasado, cuando se alzó con la victoria electoral. Inversores y ciudadanos ya estaban avisados del calado de sus promesas electorales pero la realidad está imponiendo una cautela, cuando no una declarada inquietud, ante el despliegue de unas medidas económicas que han disipado el optimismo inicial con que fue recibido Trump. Más allá de los aranceles, aún por materializarse según lo anunciado, los indicadores económicos de EE UU sugieren un avance de la inflación y un declive de la confianza que está calando en Wall Street. De la intensidad de esa tendencia y de cómo reaccione el poderoso mercado financiero estadounidense dependerán las medidas que adopte la Casa Blanca, según advierten los expertos.

Las expectativas de inflación en EE UU y la confianza del consumidor no son las que eran cuando Trump ganó las elecciones presidenciales el pasado 5 de noviembre. Enero marcó el quinto mes consecutivo de aumento de la inflación general, que se situó en niveles no vistos desde junio, y la subyacente, que se había moderado el mes pasado, volvió al 3,3%, el nivel al que estuvo estancada durante el segundo semestre del año pasado. El primer mes del año suele ser de ajustes de precios, en el que aparecen actualizaciones que corresponden al ejercicio anterior y que a menudo causan alzas puntuales de la inflación pero desde CaixaBank Research creen que los datos apuntan a la persistencia y el repunte de algunas tensiones inflacionistas. “Los datos de enero no sugieren un buen progreso del proceso desinflacionista. La última milla de la inflación no será un camino fácil, y aunque enero puede ser tan solo una piedra en el camino, este dato solo servirá para reforzar la cautela que tomará la Fed de cara a 2025″, explican en el servicio de estudios. El índice PCE, un deflactor de los gastos de consumo personal que es uno de los indicadores favoritos de inflación para la Reserva Federal, sí dio cierto alivio este viernes. Descendió en enero una décima, hasta el 2,5%, según lo esperado, mientras que en tasa subyacente, sin incluir alimentos frescos y energía, quedó en el 2,6% interanual, dos décimas menos que el mes anterior. Aun así, las expectativas de inflación a cinco años reflejan una clara subida en los últimos meses, desde el 2,3% previo a la victoria de Trump al 2,6% actual.

En cuanto a los indicadores de confianza, el que elabora la consultora Conference Board muestra que la de los consumidores estadounidenses se ha desplomado en febrero al nivel más bajo en ocho meses, mientras que las expectativas se sitúan por debajo de los 80 puntos, nivel que la firma considera que adelanta una recesión. El indicador de confianza del consumidor que publica la Universidad de Michigan de febrero, publicado hace una semana, cayó al nivel más bajo en 15 meses y mostró que las expectativas de inflación se han disparado al alza, en gran medida por la amenaza de nuevos aranceles a la importación.

Inflación SP Gráfico

Paolo Zanghieri, economista senior en Generali Investments, recuerda que la guerra comercial del primer mandato de Trump ya mostró cómo el impacto de los aranceles se traslada rápidamente a la actividad y al empleo. “Esta vez la amenaza de aranceles implica a una gama mucho más amplia de bienes, con una repercusión posiblemente mucho mayor. Los consumidores se han dado cuenta y el impacto inflacionista de los aranceles es la principal fuente de preocupación tanto para el consumidor como para las empresas y los mercados”, explica Zanghieri.

Nabil Milali, gestor de multiactivos en Edmond de Rothschild AM, se muestra contundente en su balance de las primeras semanas del mandato de Trump y asegura que aunque su llegada se consideró positiva para el crecimiento, “los primeros anuncios son negativos en general, lo que incita a adoptar una actitud más prudente respecto a la economía estadounidense”. En su opinión, la solidez de los últimos trimestres estuvo impulsada en gran medida por el consumo privado, pero la incertidumbre económica alimentada por Trump empieza a reflejarse en los indicadores de confianza de los hogares y podría traducirse en una ralentización del gasto de los consumidores. Apunta además que, pese a la brillante campaña de resultados del cuarto trimestre de 2024, “las empresas ya no son tan optimistas como lo eran tras la victoria de Trump, entre otras cosas por la guerra comercial, mientras que la tan esperada reforma fiscal solo se espera que prorrogue los recortes fiscales ya en vigor sin recortes adicionales”.

En la misma línea se pronuncia Connor Fitzgerald, gestor de carteras de renta fija en Wellington Management, que considera que “las acciones de la administración Trump desde que asumió el cargo han sido negativas para el crecimiento”. El gestor defiende incluso que los aranceles podrían ser más un obstáculo para ese crecimiento que un factor al alza para la inflación. “Aunque puede que Trump los esté utilizando como herramienta de negociación, parecen ser la única fuente de fondos significativa en su plan económico. En otras palabras, es posible que la administración necesite aranceles para financiar las prórrogas de los recortes de impuestos y nuevos estímulos”, asegura.

Para Paolo Zanghieri hay varios riesgos latentes en la economía de EE UU que podrían aflorar en función de las políticas de Trump. El economista defiende que la inflación sigue siendo demasiado alta, y la desinflación casi se ha estancado a finales de año. “El reciente empeoramiento del ánimo de los consumidores está relacionado en gran medida con el aumento de la inflación esperada. Esto solo refleja en parte los temores sobre los aranceles. Los precios de los servicios (que en principio no se ven afectados por los aranceles) siguen subiendo a un ritmo demasiado rápido”, explica. Además, los tipos de interés continúan siendo altos, lo que impacta sobre la construcción e impide un descenso claro del interés de las hipotecas, que afecta a la demanda interna.

Contando con una política arancelaria que sería menos fiera de lo que en principio pinta, en Citi ya esperan una ralentización significativa del crecimiento del PIB real, aunque sin entrar en ningún caso en recesión técnica, y un aumento de la tasa de desempleo. La causa no es otra que el retraso con que las bajadas de tipos se trasladan a la economía y el debilitamiento que ya se observa en el mercado laboral. El banco estadounidense advierte además de que “las políticas fiscales de la nueva administración son una fuente de incertidumbre para las perspectivas de los próximos dos años”. La previsión que manejan los analistas es que el déficit público de EE UU se mantenga entre el 6% y el 7%, un nivel elevado que no permite a los inversores bajar la guardia ante posibles desviaciones en la disciplina fiscal. A esto se añade el impasse en que ha dejado la Fed las rebajas de tipos de interés y que agrava la carga de intereses sobre el elevado volumen de deuda estadounidense. Así, según señalan los futuros sobre tipos de interés, la Fed retomaría los recortes del precio del dinero a mediados de año, aunque con relativa convicción. La probabilidad de una rebaja de cuarto de punto en la cita de junio es ahora del 54%.

El análisis de la economía estadounidense presenta por tanto desafíos a los que Trump no podrá ser ajeno y que el mercado ha comenzado a descontar en parte, aunque tampoco haya dudas de la capacidad de crecimiento del país, en especial en el corto plazo. “A más corto plazo, la calificación crediticia de EE UU sigue estando respaldada por los principales puntos fuertes del país, incluido el inigualable papel del dólar como principal moneda de reserva y unos mercados de capitales que ofrecen una financiación amplia y asequible a las empresas estadounidenses”, sostiene Eiko Sievert, director senior del sector público y soberano de Scope Ratings. La agencia prevé un alza del PIB de EE UU este año del 2,7% y del 2,2% en 2026, con una inflación del 3,1% en 2025 y el 2,7% el año próximo.

En Schroders esperan que la economía estadounidense crezca un 2,5% en 2025 y un 2,7% en 2026 y que la inflación se mantenga entorno al 3% este año y el próximo. Jared Franz, economista de Capital Group, añade que la economía podría mantener su trayectoria de expansión en 2025, en un rango aproximado de crecimiento del PIB del 3%. “Creo que el ciclo económico está yendo hacia atrás, pasando de una fase final del ciclo económico a una fase intermedia, caracterizada por el crecimiento de los beneficios empresariales, la aceleración de la demanda de crédito y una política monetaria de orientación neutral”, explica.

Y ese menor crecimiento que se espera, y que podría verse agravado por las políticas de Trump, ¿justifica la brecha de rentabilidad que se ha abierto este año entre la Bolsa europea y Wall Street? En opinión de Nabil Milali, no. “Estos riesgos para el crecimiento estadounidense no explican el bajo rendimiento de los índices estadounidenses desde principios de año. Más bien, esto está relacionado con un efecto de ampliación de los mercados financieros, con los inversores buscando mercados más baratos, como Europa y China”, explica.

En cualquier caso, los analistas tienen claro que la marcha de la Bolsa estadounidense será un indicador clave del éxito o el desacierto de las políticas del republicano. “A Trump le preocupa más la reacción del mercado estadounidense de renta variable que la del mercado de renta fija, lo que podría frenar su intención de imponer barreras comerciales excesivas durante periodos de tiempo prolongados”, asegura Jared Franz. El S&P 500 ya ha perdido los 6.000 puntos que conquistó por primera vez en su historia el pasado noviembre con el triunfo de Trump. Si cayera al nivel de los 5.600 ó 5.700 puntos, sería el momento de activar algún tipo de estímulo fiscal, según augura el estratega de Bank of America Michael Hartnett. Afirma que para Trump, “la Bolsa es su semáforo”.


Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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